He tenido la oportunidad de ir a muchos lugares, ver muchas ciudades y conocer distintas culturas pero no tuve que tomar un vuelo de más de diez horas a un lugar que hablaran un idioma extraño para quedar impresionada con un país, (sin contar el mío, claro, que es extraordinario también). Si alguien me pregunta, «¿Qué lugar recomiendas?» Perú estaría en el top 3 sin lugar a dudas. Incluso -tal vez- sea el país que nombre primero. Porque si quieren viajar a Sudamérica, ese es el lugar a dónde deben ir. El MUST. Y como últimamente muchas personas han decidido ir a este país decidí escribir sobre él. Ya me había tardado… aquí hablaré de Lima.
Creo que ya lo mencioné en otro post, yo quería ir a Perú, sí, pero no creí que llegara a gustarme tanto como lo hizo, y eso que solo fui por poco menos de dos semanas. El viaje comenzó desde el momento en el que íbamos a tomar el avión y solicitaron voluntarios para quedarse a dormir la noche en la Ciudad de México porque habían revendido los boletos. Nosotros, al saber que nos regalarían un viaje redondo gratis, nos apuntamos sin preguntar más (también nos dieron la noche de hotel con 3 comidas). Así que nuestro viaje empezó un día después, pero valió la pena.
Llegamos a Lima con la oscuridad acompañándonos y las putas en las esquinas. El taxista las llamaba y se reía, «Esas son hombres» nos decía. Pasamos por el centro apagado con jóvenes de aspecto sospechoso sentados en las aceras. Nos alejamos de ahí para llegar a dormir un poco en un hostal más cerca del distrito de Miraflores que del centro. Al día siguiente nos levantamos dispuestos a conocer lo más que pudiéramos de la ciudad capital de Perú. Un buen amigo peruano de mi hermana nos recogió en el hostal y nos llevó al centro, esta vez lo recorrimos de día y a pie. Él nos contó mucho de Lima, de Perú y nos adentró a lo que veríamos pronto. Ibamos a estar en Lima solo ese día (por el cambio de vuelo) pero tuvimos suerte porque ese día era el cambio de guardia y también había un desfile en las calles, así que sin saberlo, conoceríamos más de lo que podíamos pedir de Perú con gente danzando al son de su música peruana por las calles del centro.
Pero, primero lo primero, teníamos que desayunar, así que fuimos a La Lucha Sanguchería donde probé un «cremoso» de lúcuma. Después, ya sin preocuparnos por el hambre, fuimos a la plaza mayor, los edificios son muy interesantes con unas terrazas pequeñas cerradas que llaman la atención. Fuimos a la catedral que está ahí mismo.
Vimos una bandera de muchos colores y nuestro amigo peruano nos dijo «Esa no es una bandera gay, es la bandera Inca». Lo cual me pareció gracioso porque todos nosotros nos cuestionamos la inmensa exposición de banderas «gays» que había en todas las calles. Al parecer es un error muy común en el turista el pensar eso. En fin, cuando esperábamos para el cambio de guardia me fui a sentar en las escaleras de la catedral y junto a mí estaba una señora mayor. Comenzamos a hablar.
-¿Cómo te llamas?- preguntó.
-Daniela, ¿Y usted?-
-Teófila… ya sé es un nombre feo- contestó y me reí, ella rió conmigo.
Ella tenía 82 años y era artesana, solía tener una tienda en el centro pero ya la cerró. Hablamos de la vida y me dijo «Mientras seas feliz, vivirás bien».
Me agradó hablar con ella pero tuve que despedirme para poder ver el cambio de guardia y ver a los caballos bailar solos y acompañados. En Perú a los caballos se les entrena para tener un trote diferente por eso la gente dice que están bailando. En el desfile pasaban los chalanes montando su caballo y sonriendo a la gente que los veía pasar.
Después de esto hicimos un recorrido rápido en carro por la ciudad. Nos bajamos en Miraflores y comimos en un restaurante llamado Barcelona 360. Fue la mejor comida que tuve en todo el viaje. Ceviche, por supuesto, y también lomo saltado (lo que debes de comer en Perú). De tomar pedí mi primera probada del pisco sour, una bebida hecha con el alcohol que se produce en el país y que es muy popular, como también muy rica. Es dulzona y juega contigo en tu boca pero al final pega bastante bien.
Terminamos de comer y fuimos a caminar un poco por el distrito de Miraflores. Paseamos por sus parques, vimos el mar a lo lejos, junto a los acantilados, y también leímos palabras de amor. Este distrito es famoso por ser seguro, la mayoría de los turísticas y Expats van ,o incluso, viven ahí. Hay un parque famoso muy al estilo Gaudí, le dicen el parque del amor, y es que está rodeado de bancas, diseños y palabras que hacen homenaje a éste mismo. Es bastante interesante y verás a muchas las parejas de adolescentes tomados de la mano y viendo al mar con una frase de poetas latinoamericanos junto a ellos.
Ese fue mi día en Lima. Lo disfruté, conocí gente interesante, comí como reina y vi la belleza de la ciudad. Terminó muy rápido pero debíamos tomar un autobús de cuatro horas con dirección a Ica.
El Ka y el Ba 
Definitivamente vamos a regresar :D!
😉
Ahora tengo yo un viaje pendiente a Mexico! =)
Sí!! Ven!! :):)