Recientemente leí un artículo que hablaba de cómo una persona dejó su vida de aventuras y movimiento para ser un adulto. De cómo con el tiempo anhelaba eso que la «Adultez» supuestamente da. Un hogar. Estar en un lugar anclado y comenzar una vida con todo eso que te rodea, con horarios y un ambiente bastante monótono. No sé que pensar. Tal vez sea que me quiero bloquear a la idea de que eso sea en realidad lo que nos espera si dejamos de movernos. Una casa, aprender a cocinar, comenzar a correr como parte de algo divertido, hacer yoga, y cosas que te hacen asentarte en un lugar. No sé. A veces estoy así, pensando que en un buen fin de semana consiste en ir al cine, hacer ejercicio los sábados en las mañanas y ver alguna pelícual o serie en Netflix por la noche. Recuerdo que antes un fin de semana era ver qué hacer con él e ir a tomar algo. La vida era más sencilla, me preocupaba menos por el dinero, de repente todo me preocupa. Y un día subiendo la Peña de Bernal de repente suena a aventura. Tal vez exista un punto medio, uno en el que se pueda conseguir la vida de adulto sin ser aburrida, en dónde podamos estar en un lugar pero seguir moviéndonos.